Descripción

Leopoldo Alas no era para mi un tipo que destacara por su imaginación ni por su sentido del humor en aquellos tiempos, hace ya tantos años, en los que me empecé a acercar a la literatura por la vía del bachillerato. En un primer vistazo, la omnipresencia de “La regenta” y el realismo de los interiores humanos de las novelas clarinianas ocultaban o al menos distraían de un Clarín maestro del cuento, género que ya empezaba a valorarse en Europa trascendiendo lo popular y en el que el maestro de letra ilegible -más que letras, auténticos garabatos; como decían sus amigos Galdós y Pardo Bazán- destacó en su vida literaria, llegando a escribir más de un centenar.

Hasta hace poco, jamás pensé que Clarín hubiera escrito hasta ciencia-ficción. Sí, ciencia-ficción; ¿o es otra cosa el Cuento futuro…?. Claro que más cerca de Cyrano de Bergerac que de Stanislaw Lem y, como todo lo imaginativo en Clarín, a ciencia y sus escenarios sirven únicamente a la razón y son usados para discernir sobre el mundo en el que vivimos y el juego que las personas llevamos en él.

Eso si, siempre con algo de ironía, algo de sátira…

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